Una de las características del buen funcionamiento de los compresores es la temperatura de descarga. Especialmente con amoníaco, la temperatura puede volverse demasiado elevada, perjudicando la lubricación con el consiguiente desgaste prematuro del material como válvulas, anillos, etc.
Para evitar esta situación se usa enfriar los cabezales, normalmente con agua.
Para amoníaco, no se debe sobrepasar 135ºC.