Los cables están diseñados para durar, en condiciones normales, más de 25 años. Durante el uso normal, pueden ocurrir situaciones que lleven el sistema a una sobrecarga, sobrecalentando los cables y reduciendo su vida útil. Los estudios indican que, a cada 5 ° C de temperatura en el conductor en operación, por encima del límite Máximo admitido para el cable, el mismo tiene su vida reducida a la mitad.
Para minimizar este problema, y hasta evitar daños mayores, se desarrollaron conductores que son hasta un 20% más resistentes a la temperatura, soportando, en las eventuales sobrecargas, el doble del tiempo de los cables convencionales.
Estos cables, que soportan una temperatura de funcionamiento de hasta 85 ° C, reducen la ocurrencia de cortocircuitos, los mayores responsables de accidentes eléctricos, haciendo los circuitos más seguros.