En los albores del siglo XX, otro gran logro, la electricidad, comenzó a extenderse. Las casas comenzaron a reemplazar las lámparas de petróleo y queroseno y las lámparas de gas con lámparas eléctricas, el invento notable de Edison, y
electricidad para operar pequeñas máquinas y motores. Con esta nueva fuente de energía, los técnicos buscaron formas de producir frío a pequeña escala, en las propias casas de los usuarios. El primer refrigerador doméstico apareció en 1913, pero su
la aceptación fue mínima, considerando que consistía en un sistema de operación manual, que requería atención constante, mucho esfuerzo y presentaba bajo rendimiento.
Solo en 1918 apareció el primer refrigerador automático, alimentado por electricidad, y fue fabricado por Kelvinator Company, en los Estados Unidos. Desde 1920, la evolución ha sido tremenda, con una producción cada vez mayor de refrigeradores mecánicos.